SENSACIONES

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Si el tiempo fuera arena, el polvo cósmico nos explicaría de manera sensible y clara, los orígenes y destinos del universo. Nosotros seríamos arena y así nos expandiríamos sin límites ni fronteras, igual que el tiempo.
(Somos polvo cósmico, según Carl Sagan)

Que impactante es, que sabiendo lo inevitable, nos aferremos desesperadamente a lo único que entendemos, al último instante de energía que se nos escapa en un solo suspiro, para agarrarnos de lo conocido aterrados, con miedo pánico en los ojos bien abiertos a lo desconocido, así me aferraba desesperadamente a la sábana blanca que cubría mi desnudo cuerpo.

Salvo el extraño ronroneo del respirador que estaba a mi lado y el penetrante olor a cloroformo y alcohol que inundaba el aséptico cuarto del hospital, nada podría interrumpir mis pensamientos de una manera más efectiva que el propio silencio.

Mi llanto y mis suspiros se podían escuchar aún más lejos de lo que mi mente podía alcanzar y estos sonidos se distribuían a lo largo y ancho de mi espacio actual.

Un momento antes de que el doctor, con voz ronca, inflexible, insensible, anunciara: Ha muerto, yo ya lo sabía. Cerré los ojos con todas mis fuerzas y me sumergí en el abismo.

Nunca lo hubiera creído si alguien me lo hubiera contado. No sentí nada. Era como si estuviera dormido y de pronto fuera despertado con sobresalto. Cuando abrí mis ojos, la oscura inmensidad al frente me abrumó y salvo un ligero resplandor que iluminaba el entorno pude observar que parecía flotar en ella, igual yo, igual que los demás.

Continuamente nos estábamos moviendo de un lado a otro y nunca podíamos saber adónde íbamos. Igual podía ser un lugar hermoso, como un lugar espantoso. De cualquier forma teníamos que ver la forma de adaptarnos a las nuevas circunstancias.

Algunos se dejaban llevar por esas mismas circunstancias, en las que otros se rebelaban y buscaban desesperadamente la forma de cambiarlas. Otros, los más, trataban de entenderlas y de aceptarlas.

Pero todo parecía tener un orden y seguramente alguna razón, imposible para nosotros el comprenderlo, pero allí estaba y nos conducía. Bueno, más bien, nos lanzaba hacia nuestros nuevos destinos.

¿Y cuántos éramos? No lo sé. Varios seguramente. Yo era solamente uno más y posiblemente uno de los más recientes, porque todo era perfectamente nuevo para mí y me seguía intrigando lo que estaba sucediendo.

Lo bueno de todo, es que en realidad no se sentía físicamente nada. Salvo la que volaba aparentemente y un ligero cosquilleo en alguna parte. En un momento estaba tranquilamente mirando algo brillante y cercano, casi al alcance de mi mano y al siguiente instante estaba volteando hacia alguna parte donde todo parecía de un color indefinido, de un solo tono, sin nada ni cercano o lejano que pudiera interrumpirlo.

Ya había visto a los otros, personas tal vez conocidas o similares. Pero en su rápido ir y venir, no había tenido oportunidad de acercármeles, tocarles o quizás hasta hablarles. Se deslizaban tan rápido que era completamente imposible siquiera mirarlos más que un pequeño instante. Algunos en sus ojos tenían desesperación, otros paz y tranquilidad. En algunos pude ver también inquietud y curiosidad, como la mía. Nos mirábamos solo un segundo y era suficiente para por lo menos saber que no estaba solo.

En esta oportunidad me encontraba en algo así como un lago, inmenso y profundo. El color, suavemente conocido de un azul marino y profundo me rodeaba y me acariciaba. En mis ojos solo aparecía de cuando en cuando a lo alto, una nubecilla blanca, blanquísima y esponjosa. Era familiar y tranquilizante, no sentía miedo ni angustia alguna.

Otros ya habían pasado cerca de mí y algunos más estaban algo más lejos, quietos, silenciosos, esperando, igual que yo.

Fue como cuando nos alcanza una corriente eléctrica. No duele, pero molesta y ante mis sentidos se produjo un enorme cambio nuevamente. Otro había logrado tocarme y no solo mirarme como hasta ahora había sucedido, realmente se había acercado lo suficiente como para poder tocarme y lograr que yo lo sintiera también. Fue espantoso y a la vez maravilloso, ese ser enteramente extraño para mí y después de tanto tiempo tuvo la fuerza y la capacidad de acercarse y tocarme. Parecía querer hablar, pero no le entendía o no lo escuchaba y yo también quise hablarle, pero no pude.

No se cuanto tiempo transcurrió, pero fue increíble. Mi imaginación nuevamente me lanzó hacia otro extremo y sabiendo que todo se tornaría diferente hice un esfuerzo extraordinario para no olvidar la experiencia anterior.

Funcionó. Ahora estaba en otro universo diferente. El color amarillo resaltaba sobre los tonos naranjas y verdes. Podría ser un campo de flores en primavera y el otro ser que me había tocado se encontraba también allí. No lo había olvidado y por lo que pude ver en sus ojos, el tampoco me había olvidado a mi.

Fue fantástico verlo y al parecer hasta me sentí feliz y por lo que pude apreciar a el le pasaba lo mismo. Solo que estábamos demasiado lejos el uno del otro para poder tocarnos de nuevo. ¿Qué sucedería si lo intentaba? ¿Y si me estiraba lo más posible hacia allá? ¿Y si hacía el esfuerzo?

Con mucha lentitud y como si se estuviera apagando, el otro ser solo me miraba y no me quitaba la vista de encima. Me estaba revisando y a pesar de todos mis esfuerzos por comunicarme con el, no parecía entenderme. Me estiré y estiré lo más que pude, pero no me moví ni un milímetro. No sé como de repente, en un parpadeo, el ser estaba muy cerca de mí y aunque no me tocó esta vez, pude verlo muy de cerca.

Su piel, por así decirlo, era inmaculadamente blanca, casi transparente y sus hermosos y grandes ojos azules miraban con mucho asombro y curiosidad. No parecía tener edad alguna. Igual podía ser un niño que un anciano. No parecía tener cabellos, ni cejas, ni pestañas y apenas podía mover sus músculos faciales en algo similar a una sonrisa. Sus largos brazos terminaban en unas manos muy delgadas con finísimos dedos, proporcionadamente largos. Todo su cuerpo era muy largo y delgado y no se podía ver si tenía piernas ya que lo tapaba un suave y ligero manto también blanco.

En el nuevo cambio, ahora todo era muy oscuro. Solo la blancura de mi nuevo acompañante estaba a mi lado. Brillaba él intensamente y hasta sus ojos, antes azules, parecían cambiar también a blancos intensos y brillantes. Cuanto más oscuros se hacía mi entorno, cuanto más brillaba y más blanco parecía él. No se movía, o por lo menos así parecía. Tampoco me tocaba, pero no dejaba de mirarme.

Cuando finalmente salimos de este color y cambiamos a otro más cálido, seguramente un tono rosa suave y pálido, algo sucedió con el extraño zumbido envolvente. Ese raro sonido que nos había acompañando todo el tiempo, se convirtió en un martilleo rítmico y tenso y con cada golpe de sonido, mi compañero cambiaba su mirada de mi rostro hacia mi lado izquierdo. No entendía que es lo que estaba pasando y de nuevo me dejé sumergir por mi imaginación. Y volé y volé lo más rápido y lejos posible.

La velocidad de los cambios era ahora pavorosa. Nunca había cambiado tanto y tan rápido como ahora. El martilleo constante y rápido me estaba taladrando el pensamiento y a mi acompañante parecía sucederle lo mismo. Nos miramos por última vez al saber que tendríamos que alejarnos de nuevo y sin remedio alguno, cada uno de nosotros fue lanzado sin explicación alguna a otros extremos de nuestros universos.

Cuanto tiempo habrá pasado antes de que me pudiera relajar lo suficiente para entender mi nuevo medio, no lo sé. Pudieron ser minutos, horas, semanas. Ahora que lo pienso, el tiempo en mi universo no existía realmente. Un parpadeo podía ser un segundo o varias horas. Entre un cambio y el otro no había ninguna relación. Intenté contando los segundos, según yo, entre un color y el otro, pero no funcionó. Como tampoco el tratar de ver si había alguna sincronización entre los colores. Luego era verde oscuro, como blanco, negro, ámbar. Nada, con tantos millones de combinaciones y de tonos y luego con tantas combinaciones de varios colores al mismo tiempo, mi mente no podía jugar a recordar todos y cada uno de ellos y ver si había alguna posibilidad de coincidencia.

Que tristeza tan profunda me embargó al sentirme solo de nuevo y sin mi compañero. Aun cuando no nos hablamos y ya no nos tocamos, esos pocos instantes en que estuvimos juntos pudieron crear entre nosotros toda una historia. Por suerte mi amable imaginación, aunada al recuerdo, logró mantener vívidos los momentos con él y aunque triste también sentía la cercanía de este extraño ser que estuvo conmigo en ese tiempo, en ese espacio.

El martilleo nervioso cesó como empezó, repentinamente y ahora un ligero y suave tono como la voz de una mujer acompañaba el ambiente. Un lugar raro, de varios colores al mismo tiempo, entre verdes y azules, con esmeraldas y naranjas pastel. No se podía definir ninguna figura, ni cercana ni lejana. Por todos lados solo había cientos de colores. Mi imaginación trató de nuevo y como siempre, de entender donde estaba y de acomodarme lo mejor posible, hasta que una nueva sensación hasta ahora desconocida para mí, me envolvió.

El miedo me estaba corrompiendo. Yo no había sentido miedo hasta ahora y aun cuando los cambios se sucedían a toda velocidad, yo no había sufrido el temor. Desconozco que fue lo que lo lanzó a mi cara y como es que se apoderó de mí, pero el terror ahora estaba en todos lados. Entre gritos y alaridos de espanto y sensaciones de asco y dolor, todo acompañado por un estertor de tambores profundos y secos. Ningún color acompañaba este universo, o por lo menos ningún color definido. ¿Gris?, ¿Opaco?, ¿Oscuro? Nada, ni siquiera mi imaginación podía hacer algo al respecto y finalmente logré dar un grito. Un grito largo y agudo que me recordó al aullido del lobo en alguna parte de mi memoria. Podía por fin expresarme y finalmente encontré mi propia voz.

En el nuevo horizonte, el miedo y el terror habían cambiado a una sensación de cansancio y de abotargamiento. No podía pensar por mucho tiempo y mi imaginación estaba en reposo. El lúgubre tono del universo anterior fue sustituido por una suave brisa marina que además de oírla la podía sentir en mi rostro. La humedad del ambiente se combinaba perfectamente con los tonos ocres y azul metálico. Bien podríamos estar en una playa de suave arena y cerca de un pacífico mar con olas muy cortas y tenues. Aproveché pues y descansé, descansé y seguí descansando lo más que pude. Algo en mi interior inquieto me informaba que mas valía estar preparado. Vendrían cambios nuevos, atroces, o calmados. ¿Quién lo sabría?

Una pasta suave no podría tener mejor textura que la que pude sentir en mi nuevo universo. Desde mis pies y hasta mis hombros era tal la sensación que me envolvía, que no tuve más remedio que reír y de escuchar mi risa, reí y reí aun más. Mi risa se escuchaba hasta muy lejos y rebotaba con el eco a mis oídos y a mi cabeza y pronto todo se envolvió con mis risas y mis carcajadas. Ahora de verdad que sin querer, pude modificar el entorno que me envolvía. Pude escoger los colores que quería y también los sonidos y las sensaciones. No tenía ni la menor idea de lo que estaba sucediendo alrededor y como con mis risas y mis sensaciones iban, poco a poco, controlando el entorno.

El cambio ahora fue más tenue. Ya no me reía tanto y por lo mismo el sonido ya no me sacudía la cabeza. El ambiente ahora era pacífico y calmo y los colores a mi alrededor también habían cambiado de intensos a suaves pastel. Las sensaciones tampoco eran tan fuertes, una suave caricia me envolvía y me daba paz. Mi imaginación volvió ahora a renacer con mayor intensidad y mis recuerdos se redujeron admirablemente.

En mi imaginación ahora podía volar lentamente y no era necesario salir disparado y con mayor vista hacia el horizonte, era posible casi dirigirme hacia algún lugar. Ya podía distinguir los colores y las sensaciones. Los sonidos también formaban parte de mi nuevo universo controlado ahora por mí y sin ningún temor o éxtasis, sin terror o sin emoción alguna, podía revisar y analizar mejor mi situación.

Un tiempo más en este nuevo concepto y los recuerdos se empezaron a mover de nuevo. La imaginación, que hasta ahora había comprometido todo el universo actual, ahora se iba reduciendo y daba paso al recuerdo. Recordé de pronto a mi compañero vestido de blanco y lo quise volver a ver. La espiral se abrió ante mí y me absorbió completamente y todo empezó a girar y a girar. Los colores, las sensaciones, los sonidos, todo se revolvió y se mezcló de tal forma que ya no hubo paso atrás. Sabía que me modificaría íntegramente y que si olvidaba todo lo que hasta ahora había aprendido, tendría que empezar de nuevo con todo, por lo que me concentré profundamente en recordar, a pesar de que la locura que me consumía.

La imaginación y los recuerdos, ahora separados completamente, me habían trastornado. Mi mente vagaba por el vacío lentamente, tratando de rescatar despojos de conocimientos desperdigados por todos lados. Era muy frustrante encontrar un camino y desandarlo infinidad de veces, para poder atrapar un recuerdo o una pieza de imaginación. Me fui desanimando poco a poco, al ver que la tarea ahora impuesta era por mucho, muy superior a mi capacidad. Esa espiral por la que había entrado me había consumido. No tenía ni idea de donde estaba y como escapar de allí. Sin imaginación y sin recuerdos, no había ninguna herramienta ni para poder empezar de nuevo.

La tristeza se apoderó de mí y el llanto fue lo único que pudo salir de mi garganta. Hasta allí llegó mi amigo y sin decir nada y sin tocarme, con solo su extraña mirada que destacaba sobre su blancura me miró y me consoló. No se de donde sacó él un pequeño envoltorio, como un saquito en donde pude encontrar mi imaginación y mis recuerdos entrelazados, me los envió con un pequeño soplido y cayeron en mis manos. Inmediatamente los agarré y con la desesperación de un ahogado, me los comí desesperadamente.

De regreso al nuevo universo que nos cubría ahora completamente, mi amigo y yo pudimos revisar los nuevos sentimientos y los sonidos, como así también los colores y por primera vez pude escuchar su voz también. Si podía hablar y aunque de momento no le entendía, su voz me pareció un hermoso trino de aves en la mañana al despertar de un amanecer. Era fantástico ya no estar solo y lo mejor de todo, con mis recuerdos y mi imaginación conmigo. Todo lo que ya había vivido y sentido también habían regresado y la felicidad me embargaba. Tenía la esperanza de que esta paz que ahora sentía, fuera perdurable.

Pero no fue así. El cambio se hizo presente de nuevo y tuvimos que movernos rápidamente a nuevos colores y sonidos. El amigo blanco, como ya lo había yo nombrado, sin separarse de mí, trataba de moverse igual que yo para evitar que nos separáramos. Este nuevo universo era muy rápido y ágil. El movimiento en forma ascendente nos llevaría muy lejos de donde habíamos estado y parecía que nos lanzaría fuera de todo. Así de feroz y rápido caímos también al fondo y cuando por fin se detuvo un poco, el y yo seguíamos juntos. Esta vez fui yo quien se acercó más y con mucho temor me atreví a tocar una punta de uno de sus dedos. Al no haber descarga eléctrica, sometí mi miedo y lo toqué de nuevo, ahora en el brazo. El comenzó a reír y su risa era cristalina y contagiosa. Yo también comencé a reír y nuestras risas se mezclaron con los colores y con el espacio.

Ya no teníamos miedo y aunque con dificultad, pudimos poco a poco entendernos. Sus palabras en otro idioma debieron ser para él como para mí indescriptiblemente envolventes. Logramos con mucha imaginación hacernos entender y compartir nuestras experiencias en todos los medios en los que habíamos estado. El me comentó mucho de lo que había vivido y al igual que yo, lo mucho que había aprendido. Al descubrirnos pudimos alcanzar más vivencias y experiencias que si hubiéramos estado solos y ahora, con su imaginación y la mía, sus recuerdos y los míos, pudimos enlazar nuestros universos y atarlos para que no pudieran separarse.

Los cambios se siguieron sucediendo, pero ahora estábamos atados y así ya no era tan terrible. Como ahora compartíamos los colores, estos eran más variados y versátiles, también era más fácil combinarlos y así mejorar los estilos y las construcciones de los diferentes universos. Los sonidos también eran compartidos y aun cuando hubiera aullidos o cantos, eran más fáciles de interpretar y de corregir si no estaban bien combinados con los colores. Las sensaciones se duplicaron, pero no eran tan desorganizadas como cuando estábamos solos, ahora si algo nos atoraba o nos molestaba, era más fácil compartirlo y disminuir con ello su intensidad hasta poder desaparecerlos si eran desagradables o aumentarlos si eran agradables.

Por fin estos universos eran nuestros y los podíamos manejar a gusto. Su imaginación, tan proverbial y fantástica como la mía, se acoplaba perfectamente a mi propia realidad y viceversa.

Sin embargo, algo no estaba bien. Aun cuando mi amigo y yo éramos mucho más felices ahora que antes, no estábamos completos. Nos hacía falta algo y la imaginación de los dos no era suficiente para averiguarlo, así que recurrimos a nuestra siguiente herramienta, los recuerdos.

Al preguntarle por sus recuerdos, sus hermosos ojos azules se tornaron pensativos y oscuros. Cuando bajó la vista tuve la sensación de haberlo lastimado, pero al volver su vista hacia mi, supe que no había sido eso. Se estaba concentrando para poder recordar y no confundirse con la imaginación. Ambas herramientas en realidad eran muy parecidas y a veces uno podía confundirlas y no quería equivocarse, por lo que lentamente comenzó a recordar, primero por lo más reciente y luego por lo siguiente.

Dos pequeñas lágrimas se resbalaron por sus mejillas, tan suaves y tersas. Pareciera tener que hacer un esfuerzo gigantesco para recordar y esto le causaba dolor y pesar. Yo no quería verlo sufrir por lo que le supliqué que no siguiera, pero no me hizo caso y concentrándose más y más, comenzó a recordar.

Las imágenes que pude ver a través de sus ojos y que se reflejaban en la pantalla de mi mente, me dieron un cuadro muy exacto de lo que el recordaba. Algunas de esas imágenes que estaban llenas de vida, de olores, de colores y de sensaciones, parecían más a la vida de un exótico cazador de aventuras, que de una persona normal y civilizada. Cuando finalmente logró controlar sus recuerdos, pude ahora conocerlo con más claridad.

Alguna vez había sido profesional como contador en un banco y su vida era bastante aburrida, café todas las mañanas, cuentas y más cuentas en el banco, gente a más no poder, ruidos y cascajo por doquier. Casado en segundas nupcias, había logrado establecerse y hacer una vida junto con sus dos pequeñuelos traviesos que eran toda su adoración. Antes de esto, había recorrido una buena parte del mundo con dinero de su padre y había aprovechado al máximo la extraordinaria inteligencia que tenía. De ahí provenían los olores y colores antes mencionados y que de alguna forma también eran parte de sus recuerdos. Pero el recuerdo más firme era la muerte de su madre y el que le había arrancado las dos lágrimas dolorosas de sus hermosos ojos.

Cuando finalizó con sus recuerdos y era mi turno recordar, yo todavía estaba extasiado con las imágenes que me había regalado. Aún no podía comprender del todo a mi amigo y como es que yo podía ayudarlo. El insistió en que era mi turno de recordar y poniéndome seriamente a hacerlo, me concentré como nunca para lograr los mismos o mejores recuerdos.

No me sorprendió en lo más mínimo descubrir que el estaba aún más concentrado que yo en mis recuerdos. Lo que el podía descubrir de los mismos era mucho más profundo que lo que yo hubiera podido encontrar de los suyos. De cualquier forma, traté de concentrarme hasta donde más posible y creo que algo si logramos de todo esto.

Mi amigo me sonrió con simpatía cuando terminé, con mucho sudor en mi frente, de tanto trabajo para recordar. Ahora el tenía un concepto de mi y a lo que el le daba mucha importancia, un concepto de la gente que me rodeaba y de la forma de vida que había tenido con ellos. Me parecía que ahora por fin íbamos a descubrir algo de lo que nos había pasado y de porqué estábamos allí, divagando por los universos.

Pasó algún tiempo y fueron un par de cambios entre dos universos similares, cuando finalmente me atreví a preguntarle que conclusiones había sacado de mis recuerdos y de los suyos. Me miró sorprendido, como si no hubiera entendido mi pregunta, así que se la repetí, pero el sonriendo benévolamente movió su cabeza de un lado para otro y con una ligera risita, me confesó que aún no había llegado realmente a ninguna conclusión y que estaba esperando que yo le diera mis propios resultados, mismos que por supuesto yo no había ni siquiera pensado. Tendríamos que trabajar más, mucho más en esto.

El ruido nos ensordeció. Un martillo neumático seguramente no hubiera sonado menos intenso. Miles de sonidos desiguales nos taladraron los oídos. Por más que queríamos taparnos con las manos, el ruido era tan fuerte que nos traspasaba y nos rebotaba en la mente de una manera alarmante. Mi amigo trató por todos los medios de movernos de allí y yo estaba demasiado aturdido por lo intempestivo y terrible del lugar, que no podía ni pestañear. ¿Qué íbamos a hacer? Comencé a gritarle que nos quitáramos de allí, que nos fuéramos a cualquier otra parte, pero el también estaba aterrado y aferrándose a mi, me obligó a mirar hacia enfrente, en donde otra espiral nos iba a succionar.

Por experiencias anteriores yo sabía lo que esta espiral significaba. Destrucción, cambios drásticos, movimiento excesivo, locura. Todo estaba contemplado y así le dije a mi compañero. Para él posiblemente sería la primera vez que tocaría una espiral. Le comenté de como en la primera ocasión logré por medio de mucha concentración evitar la destrucción casi total de mis recuerdos y de mi imaginación. Le expliqué como mejor pude, de lo terrible que era al salir de la espiral y ver todos nuestros recuerdos y nuestra imaginación regados por todos lados, así que antes de ser absorbidos, metimos nuestros recuerdos y nuestra imaginación en un pequeño bultito, igual al que el me había entregado después y que me confesó haberlo encontrado tirados junto a un meteorito. ¿Quién lo habría recogido todo y lo habría guardado allí?

La espiral nos absorbió a los dos simultáneamente. Mi compañero, aterrorizado, no dejaba de mirarme y yo trataba de aparentar tranquilidad y serenidad aunque en el fondo de mi corazón estaba igualmente aterrado.

El arrepentimiento, el dolor, la vergüenza. Todo esto no era más que un montón interminable de sentimientos y de sensaciones que se mezclaban dentro de este laberinto infinito y todo el tiempo del universo hubieran sido apenas unos segundos entre tanta angustia y desesperación, pero todo tiene un final y en esta espiral no iba a suceder la excepción.

Cuando finalmente caímos abrazados en este universo paralelo, ahora candente, radiante y lleno de luces y colores, pude ver que mi amigo estaba perdido, transparente, insensible. Yo no encontraba su eco, ni su oído podía escucharme. Me quedé un rato mirándolo, sin entender que es lo que había sucedido y un pequeño temblor recorrió todo mi cuerpo. Esperaba una reacción, un suspiro, cualquier cosa. El dolor me hirió en lo más profundo y lloré desconsoladamente por un largo rato. ¡No! – grité con desesperación, – ¡no te vayas, te necesito!

El bultito conteniendo nuestros recuerdos estaba fuertemente enlazado entre nuestras manos. Ninguno de los dos quiso perderlo y nuestros dedos lo habían rescatado. Lo miré ensimismado, el dolor de haber perdido a mi amigo aún me embargaba.

No sé qué fue lo que me hizo comprenderlo finalmente, pero alguna de las sensaciones en este universo en el que me encontraba que me tranquilizó, tal vez fue la suavidad de la música y de los colores tenues.

Pude ver como mi compañero se iba desintegrando y finalmente despareció del todo. A pesar de saber que nunca más lo volvería a ver, también comprendí que realmente no era su desaparición lo que me dolió, sino el egoísmo al sentirme solo de nuevo.

Fue como un fuerte golpe en el pecho lo que me hizo reaccionar. Pero si yo no estaba solo, él estaba conmigo y mi compañero ya había trascendido a otra dimensión en donde yo ya no le era necesario, ni él para mí tampoco. Mi amigo había sido mi propio reflejo y por eso sus recuerdos y los míos eran iguales.

Abrí el bultito y guardé serenamente los recuerdos. Solté mi imaginación corrí tras ella desnudo, sin sensaciones, sin recuerdos. Me sentí feliz y en paz. Los recuerdos ya no nos harían más daño.

Así era en mi imaginación, mi sueño ideal del paraíso.

FIN